viernes, 26 de febrero de 2010

Esos libros

Leí el libro de Luis Majul, El Dueño, en el que se develan aspectos de los negocios de la pareja Kirchner, y el de Edi Zunino, Patria o medios. Ambos interesantes y amenos. Ahora bien, ¿es posible que alguien comente un libro sin haberlo leído? Parece que sí. En diciembre de 2009 José Pablo Feinmann publicó en Página 12 sus opiniones sobre libros recientemente editados, entre ellos el de Majul.  Comienza con una referencia a los "enemigos" de los Kirchner:
“... ‘los K’ –como les dice la ‘oposición’  (...) logran, sin proponérselo, que sus enemigos (no adversarios, éstos son abiertamente enemigos) exhiban abiertamente lo peor de sí. Que les brote la basura por todos sus poros. El odio. Que pierdan la paciencia. Que no sepan moderarse.” ... “Pensemos brevemente en la cantidad de libros que han salido últimamente para arrojar material defecatorio, excremental, estiercolero, sobre la figura de “los K”. Uno de Aguinis, otro de Majul, enseguida uno de un periodista de Perfil, Edi Zunino, antes uno del infaltable Joaquín Morales Solá,” ... “son periodistas con un tufillo aventurero. Gente que no ha demostrado talento ensayístico ni ha atesorado prestigio intelectual a lo largo de los años. ¿Qué son, qué buscan? Ventas rápidas, trepar en las listas de best-sellers. Son libros-cacerola. Hay, todavía, una clase media que se los devora. La cuestión es: ¿hay tanta basura para arrojar sobre “los K”? ¿Consigue esa basura abastecer a cinco libros? No, creo que el libro anti-K se ha transformado en un libro de autoayuda.” ... “Pese a ser, entonces, libros de autoayuda, no venden tanto como los verdaderos: los que “curan” el alma.”

Y Feinmann continúa: “(...) escriben, arman, traman, inventan, dicen algunas verdades (al fin y al cabo, es cierto que hay corrupción en este gobierno, sólo que lo que nos espera con el horrible fascismo que está armándose es mucho, pero mucho peor), mienten con descaro, destilan un odio enfermizo, escupen, gritan, sudan y entregan todo eso que a la gente boluda le gusta leer para sentirse menos boluda.”

Feinmann confiesa que no leyó esos libros o los leyó sin prestarles atención: “No han incurrido en esta modalidad ni Natalio Botana, ni Santiago Kovadloff, ni Beatriz Sarlo ni Tulio Halperin Donghi ni Carlos Altamirano. Por citar algunos que uno habría leído con cierta atención, abierto a sus argumentos.”

A Feinmann se lo presenta habitualmente como filósofo, forma parte del grupo de intelectuales K de Carta Abierta y da clases de filosofía en Canal 7. Cabe preguntarse entonces si lo que acabamos de leer es propio de un intelectual, de un filósofo. En todo caso, se tratará de un sofista, porque en todo su discurso, desmesurado y a los gritos, no hay ni un solo argumento que refute el contenido de los despreciables libros que critica. Encontramos aquí el habitual recurso de quienes careciendo de argumentos recurren al agravio y la descalificación. Descalificación de esos libros y de quienes los escriben. Incluso de los “boludos” que como yo los leemos.

Con relación a la corrupción, si bien Feinmann admite que la hay, nos advierte que nos espera una peor, mucho peor “con el horrible fascismo que está armándose.”  Aquí hay que concederle cierta originalidad, porque no recurre, como Ana María Shua, (La Nación 6/1/2010) al trillado argumento de que también hubo corrupción en los gobiernos anteriores. ¿Porqué estos intelectuales, en lugar de andar con vueltas no condenan explícitamente la corrupción presente? No lo hacen, algunos con el argumento de la corrupción pasada, otros, como Feinmann, denunciando la corrupción futura; en ambos casos, nada contra la actual.

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