Desde que se realizó, el jueves pasado, estuve pensando qué escribir sobre el acto de Plaza de Mayo, convocado como juicio ético y político a un grupo de periodistas. Aquí va una introducción a esa futura nota.
Las Madres de Plaza de Mayo fue un grupo de mujeres dignas de admiración por su defensa de los derechos humanos, por su coraje y decisión. Pino Solanas escribió sobre ellas: “Frente a la desaparición de personas se levanta este grupo de Madres y enfrenta a la dictadura enfrente de la Casa de Gobierno. (...) La importancia histórica de las Madres es que desde una causa noble como es la defensa de la vida y el reclamo de sus hijos en vida, desafían la máquina de terror más espantosa (...)” (Página 12, 21/3/06)
Hebe Pastor de Bonafini lideró la agrupación desde sus comienzos y comparte las virtudes señaladas. Nadie puede negar su indeclinable voluntad en el accionar político y su búsqueda de justicia. Por esas y otras virtudes merece respeto, pero ello no obsta a que se señalen, a criterio de quien esto escribe, sus errores y sus defectos.
Su posición anti-imperialista, manifestada en forma de anti-norteamericanismo, la llevó a manifestar su alegría por el ataque a las Torres Gemelas, en el que murieron miles de personas. Esa actitud sería simétrica a la de un norteamericano que se alegrase de que sus soldados hayan matado a miles de inocentes civiles iraquíes.
En 2001 mostró su sesgo antisemita. En un reportaje para la revista 3puntos, Bonafini dijo: “Verbitsky es un sirviente de Estados Unidos. Recibe un sueldo de la Fundación Ford y, además de ser judío, es totalmente pronorteamericano”. Estas declaraciones merecieron el repudio de distintas personalidades e instituciones. Verbitsky le contestó (Página 12, 28/10/2001) e, instalado el debate, lejos de rectificarse, de intentar justificarse de alguna manera o de lamentarlo, Bonafini acusó a los responsables del reportaje de falsear los hechos y de mentir. Las grabaciones fueron concluyentes, la que mentía era ella.
Durante el conflicto con el campo propuso reprimir con palos y gases y acusó a los “terratenientes” de ser los asesinos de sus hijos. “Para los enemigos ni agua” pidió Bonafini, olvidando que también los enemigos tienen derechos humanos.
De lo que no se puede dudar es de la franqueza con que la señora expresa sus opiniones: “Uribe es una mierda y un gran hijo de puta.” Refiriéndose a la Suprema Corte dijo “Decrépita, demasiado decrépita” También se ha pronunciado en contra del Estado de Israel y a favor de grupos considerados terroristas, como las FARC y la ETA.
Tampoco cabe duda de su posición oficialista: "Ella (Cristina de Kirchner) es brillante para todo pero la oposición no es una oposición, es una mierda".
Rasgos xenófobos aparecieron cuando echó de la Plaza de Mayo a un grupo de albañiles bolivianos: “Váyanse de aquí, bolivianos de mierda, ésta no es su plaza.”
Incomprensible es la razón por la cual las Madres de Plaza de Mayo admiten como colaboradoras a personas tan sospechadas de corrupción como Felisa Micheli. También criticable es la falta de amplitud de criterio democrático demostrada al echar al periodista Herman Schiller de la Universidad de las Madres por no comulgar con el Gobierno.
Virtudes y defectos, ingredientes inevitables de la argamasa humana y de sus organizaciones. No hay que sobrevalorar ninguna de las características apuntadas. Para algunos las virtudes pesarán más que los defectos, otros pensarán lo contrario. Dependerá del ojo que mire y mida, porque no hay en estas cuestiones una sola verdad.
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