A 4.000 metros sobre el nivel del mar el ecosistema es hostil. La vegetación es escasa y pocos animales pueden soportar el frío y la altitud. En medio de las montañas, un lago reluce; pero es un lago de sal: las Salinas Grandes, con más de 525 km cuadrados.
De diciembre a marzo este “mar de sal” provee trabajo a varias decenas de personas de la localidad. Hachas y palas son usadas para abrir piscinas rectangulares de 50 cm de profundidad y extraer los cristales. Una piscina produce cerca de 2,5 toneladas de sal al año.
Los trabajadores llegan al alba. Comienzan a las 7:30 y, a menudo, trabajan hasta las 18. Con temperaturas de 40º C, los vientos fuertes queman la piel y, si es inhalado, el polvo de sal erosiona los pulmones. Trabajadores como Gerardo y Martín (18 y 16, respectivamente) usan pasamontañas para minimizar los efectos.
Una vez que la sal extraída ha sido secada por el sol, se la empacan en sacos de 50 kilos. El precio de una tonelada sin refinar (un día y medio de trabajo) es de $ 70 ($ 0,07 el kilogramo.) La sal se vende en las provincias del sur hasta $ 5,80 el kilogramo.
Las ganancias de las minas no son suficientes para sustentar a los trabajadores. Muchos tienen que trabajar extra para llegar al fin de mes. Otros hacen pequeños recuerdos en sal para vendérselos a los turistas
Pedro hace cerca de cinco llamas de sal al día. Se venden por alrededor de $ 10. “La vida es muy difícil aquí, pero no tenemos otra alternativa”, dice. “En verano, el lugar está inundado y no podemos extraer la sal y casi ningún turista se molesta en venir”.
No tenemos los medios para comprar maquinaria; por lo tanto, estamos en manos de compañías privadas que se llevan todas las ganancias”, dice Demetrio, mientras muestra su artesanía. “Nuestro sudor es lo único que nos queda”.
http://www.bbc.co.uk/mundo/cultura_sociedad/2010/05/100514_mina_de_sal_argentina.shtml
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