jueves, 15 de abril de 2010

Me sorprende y no me sorprende

No creas que me volví colifato. Ocurre que leí dos noticias, una de ellas me sorprendió; la otra remite a una situación que no puede sorprender a nadie.

Patota mortal. En Mercedes, Provincia de Buenos Aires, una patota mató a un muchacho. José Duarte y un amigo tuvieron la mala suerte de pasar delante de una patota de más de diez estudiantes secundarios y egresados. Fueron atacados. El amigo sufrió lesiones pero pudo escapar, a José lo golpearon, lo tiraron al suelo y lo patearon hasta matarlo. En realidad, lo abandonaron inconsciente y agonizó en el hospital hasta morir dos días después, pero es lo mismo.

Fueron identificados cuatro de los agresores. Dos de ellos tienen 18 y 20 años, los otros dos 17. Según los vecinos pertenecen a "La banda del Halcón", uno de los grupos de adolescentes más violentos de esta ciudad.

Debido a que entre los involucrados hay menores y mayores de edad, la causa se dividió: respecto de los menores interviene el Fuero Penal Juvenil, que instruyó el caso como homicidio simple, mientras que, por los mayores, el juez de Garantías de Mercedes, Marcelo Romero, consideró que se trató de homicidio en riña, por lo que no aceptó los pedidos de detención.  Es decir, los asesinos quedaron en libertad.

Y aquí mi sorpresa. Una persona es agredida por más de diez patoteros y golpeada hasta matarla. Esto para el juez es una riña. Pero hay una explicación, son hijos del poder. Según Página 12, “Una fuente judicial admitió que varios de los identificados como presuntos integrantes de la patota concurren al colegio privado San Patricio, al que asisten hijos de ‘familias tradicionales’ de esa localidad.”

Una muerte anunciada. La segunda noticia no puede sorprender a nadie: Franco Lescano murió a consecuencia de las lesiones que sufrió en un combate de “vale todo”. Este se la buscó.

Dijo Washington Uranga (Página 12, 6/3/10): El ‘vale todo’ es una modalidad de lucha en la que los combatientes pueden usar cualquier recurso o arte con el fin de doblegar a su adversario. El supuesto deporte ha ganado adeptos entre algunos fanáticos del boxeo que llegaron a la conclusión de que el violento enfrentamiento entre dos personas en el ring (...) tiene demasiadas reglas que no permiten el goce de los aficionados. Así crece el ‘vale todo’. Sin reglas, sin limitaciones. Prácticamente nada está prohibido hasta tanto el contrincante, convertido en enemigo (...) reclame piedad.

Según Página/12 de hoy, al comentar la muerte de Lescano, el secretario de Deportes de la Nación, Claudio Morresi, aclaró que la suya no es “una área de control”, por lo que, constitucionalmente hablando, “nadie puede impedir el derecho de que la gente se asocie para practicar el vale todo”.

No sé si estas declaraciones son sorprendentes o no, pero son lamentables. El Estado debe ser coherente, así como obliga a usar casco a los motociclistas y cinturones a los automovilistas para protegerlos, así también debe prohibir esta brutal actividad que, además de ganancias para los gimnasios, sólo produce lesiones y muertes. Si no, que haya libertad para que cada uno haga lo que se le cante, pero no me parece lo más conveniente.

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